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Si Tienes Ojos, Para
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Si Tienes Ojos, Para

Un refrán, una nota mental y un compromiso
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Hola, hola. 

¿Qué tal? Ya, por fin, es julio. Qué ganitas tenía.

Por aquí por el norte nos hemos librado de los 40 grados pero los cambios bruscos de temperatura han pasado factura y de la buena. Por eso no envié cartita hace quince días. Estaba con baja energía y no tenía voz. El caso es que no sé si por estar callada y escucharme más o por otra circunstancia, empecé a tomar nota de ciertas cosas y resultó ser muy instructivo.

Siempre estamos aprendiendo algo, incluso aunque no queramos. Esto me apasiona y me ilusiona por partes iguales. Mi refrán favorito, “nunca te acostarás sin saber una cosa más”. Siempre estamos aprendiendo, incluso a pesar de que no nos enseñen nada. 

Estos últimos meses he aprendido un montón de cosas, de muchas ni me acuerdo pero de todas ellas estoy agradecida. Algunas son muy personales que no vienen a cuento aquí comentarlas, al menos no de momento porque todavía se están digamos, cuajando. Otras son confesables aunque no fácilmente pero mi atrevimiento es más grande que mi vergüenza, y ahí que voy.

Una de las cosas de las que me he percatado y que quiero poner en práctica a partir de ahora es desear que la gente esté sin decir(le) cómo. Me doy cuenta de que me gustaba mucho y tenía el hábito (o manía) de empezar o terminar escribiendo mensajes con espero que estés bien. De verdad que lo hacía (y lo volveré a hacer si se me escapa) desde mi más humilde y sincera buena intención.

He descubierto que estar no tan bien es igual de positivo que estar bien, o incluso más. Desear que alguien esté bien limita sus posibilidades y por desear, creo que el mejor deseo que puedo tener es que cada quien esté bien, mal, regular pero esté y sea. 

Yo, que soy propensa a los altibajos, me he dado cuenta de que cuando estoy mal estoy mucho más presente y siento más e incluso presiento. Lo que no sé aún es si estoy mal porque presiento cosas o presiento cosas porque estoy mal. Creo que esto aún necesita de desarrollo, seguiré indagando.

Otra cosa en la que he caído estos días es que cuando mi cuerpo me pide que pare, debo hacerlo. Y debo hacerlo el tiempo que sea necesario y no el que yo considere previamente. Que es necesario parar cuando el cuerpo te lo pide ya lo sabía, ya lo he vivido. Ahora sé que además de parar hay que tener paciencia y dejar que todo se recoloque en su sitio antes de seguir.

(Nota mental: “El tiempo que sea necesario, Ana.”)

Cuando era una niña, colocaron una señal de STOP en mi calle, en la que jugábamos y pasábamos las tardes.

Porque antes, en las calles se podía jugar. ¿Lo recuerdas?

Si

Tienes

Ojos,

Para

Así decíamos cada vez que pasábamos a su lado. Al principio incluso nos parábamos y teatralizábamos que conducíamos.

Para parar una misma, los ojos tienen que estar mirando hacia adentro.

Estos días aprendí que estar bien no es mejor que estar mal, ni siquiera es la opción deseada. Estar bien no es ni de lejos la mejor de las opciones. Estar mal puede ser un trampolín para estar mejor, es un descanso, un recreo, un regalo. Es el caldo de cultivo de una nueva versión. Es el abono de un nuevo paisaje.

Este último STOP que he vivido me ha dejado otro aprendizaje y creo que el más importante: ya sé que quiero ser. 

Sin tilde.

Voy a armarme del coraje suficiente para recordármelo, siempre y sin excusas. 

Gracias por leerme. 

En dos semanas, vuelvo. 

Te deseo que estés y seas.

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Ana Mariño