Entreno en palacio
Cómo el gimnasio te puede conectar con la historia de una emperatriz mítica y leer y escribir sobre ella.
Me levanté con ganas de ir al gimnasio. El haber quedado con una de mis amigas para coincidir en la sesión de pilates de las 10:00 tuvo bastante que ver.
Ahora por la tarde le he encontrado sentido y relación con el reset de lectura y escritura que me autopropuse este fin de semana. Me sentó genial, dediqué tiempo a otras cosas a las que le tenía muchas ganas. Así que, no leí nada y apenas escribí, de hecho ni siquiera envié la cartita ayer y eso que la tenía preparada.
Son las 7 de la tarde y, antes de quedar con mis compis de meditación, me dispongo a escribir lo que me está llevando a querer saber más sobre una figura histórica que se me antoja interesantísima y a la relación entre el gimnasio, la lectura y la escritura de esta cartita.
Después de la clase de pilates (la segunda con pelota y muchas risas) y de una rápida conversación con la monitora, me despedí de mi amiga hasta mañana. Ella tenía prisa por marcharse y yo me fui a la sala para hacer rutina de máquinas que quería probar.
Cuando me acerqué a la que sería mi última por hoy, observé cómo la mujer de la máquina de al lado se estiraba disculpándose al mismo tiempo que intentaba recoger la toalla que se había olvidado. Se la acerqué y empezamos a hablar sobre lo bien que se estaba a esa hora y la poca gente que había.
Yo le dije que me encantaba venir por la mañana, que como trabajo en ese horario no puedo hacerlo hasta las vacaciones. Y es verdad, me encanta ir al gimnasio por la mañana: encuentro aparcamiento más fácilmente, el ambiente es muy tranquilo y la temperatura, genial.
Me contó que desde que se jubiló tiene una rutina de gimnasio diaria, cada día de la semana hace unas cosas diferentes, los lunes por ejemplo “baila en acuagym”. Maravillosa. La miré con atención, tenía los labios pintados y perfilados. Me pregunté si se desmaquillaría para antes de ir a la piscina.
Me confesó que su marido no quería ir al gimnasio pero ella sí, y que se lo toma como un trabajo. “Un trabajo para mí” me dijo, “para cuidarme y no darle la lata a mis hijos con mis dolores ni enfermedades”.
Y que las cosas de casa las hace por la tarde, y que si no llega para comer antes de las 4 quien tenga hambre (en su casa) que se prepare algo.
Me contó también que hace muchos años viajó a Austria e hizo la ruta de Sissí Emperatriz. Hasta aquí, hasta esta mujer era donde quería llegar con su conversación. Me dijo que fue en ese viaje, en uno de sus palacios donde supo que la gente rica y poderosa aunque esté casada duermen en habitaciones separadas, excepto cuando quieren intimar (hizo el inciso) y claro, además de dormir, en esas habitaciones propias cada quien tiene sus cosas, sus libros, sus historias. Eso fue algo que le rondó la cabeza siempre y que ahora ella y su marido han decidido hacer lo mismo. Él tiene sus revistas y sus cuentas en su habitación y ella su televisión en la que pone en el canal que le apetece cuando quiere. ”¡Qué pena no haberlo hecho antes!”
Después añadió que “a Sissi la criticaban mucho, se hacía mucho las uñas y se maquillaba” me dijo negando con la cabeza.
Elisabeth de Baviera tenía la manía de cuidar tanto su imagen externa como la interna: hacía ejercicio, cuidaba su alimentación, escribía en su diario, amaba la naturaleza y los animales. Era “una mujer adelantada a su tiempo”, así la definí yo misma esta mañana en el gimnasio y sí, sí que lo era. No se casó por amor pero sí defendió que así lo hiciese su hija menor. Quiso viajar y cuando no tenía compañía lo hizo sola. Cuando no lo hacía leía y se interesó muchísimo por la cultura griega.
Googleando hace un rato, también descubrí que Ángeles Caso escribió una de sus biografías y Giorgia Marras una novela gráfica con sus manías más desconocidas.
Qué bonita conversación con la mujer de los labios pintados, espero volver a verla el próximo lunes. Me encantaría decirle que tiene (tenemos) en común muchas más cosas con la mítica emperatriz de lo que podríamos pensar y pedirle que me cuente más historias.
¡ Què maravilla de cartita Ana! He disfrutado muchísimo leyendo.
Gracias 🌿