El día de la noche de reyes es mi favorito de las fiestas navideñas, el 5, hoy.
El siguiente, como habrás adivinado si has leído mi cartita anterior, es el día de año nuevo (por aquello de los comienzos).
Ambos, juntos los dos, les ganan con creces a la noche buena, al día de Navidad e incluso al de fin de año.
Primero porque los finales no me gustan, segundo creo que por lo estúpidamente establecido que esos días hay que estar con quien quieres.
Quien más quiero en el mundo, mi madre, no está en este plano, por lo tanto y desde hace 13 años me resulta imposible cenar, comer o tomar un trozo de turrón con ella.
Amo a mi familia: a mi padre lo adoro, a mi hermano lo siento como parte de mí. No somos gemelos pero casi, siento muchísima conexión. Estar con ellos en navidad, hoy por hoy, supone un esfuerzo absolutamente desmesurado.
A principios del año pasado, después de sucumbir a las extrañas fuerzas del tener que, llegué a la conclusión de que no volvería a pasar.
Tengo la suerte de que a mi familia puedo verla en cualquier momento del año, de hecho nos tenemos presentes todos los días y ese día, el que volvamos a estar juntos, será igual de espectacular como siempre.
También tengo millones de ganas de ver a mi cuñada (qué afortunados somos de que formes parte de nuestra minifamilia, Leti, te quiero) y cómo no, a mi sobrino Manuel que es el rey de nuestro microuniverso.
Estas navidades he estado con quien amo, Rober, y han sido los días más maravillosos en mucho tiempo. Gracias, mi amor.
El caso es que hoy es un día ilusionante, estoy preparando los adelantos para la cena que vamos a tener con nuestros vecinos. Me parece tan absolutamente fantástico cenar con ellos, con Jorge, Ana y su hija Chloe que todavía me pellizco para creérmelo.
Claro que me gustaría compartir este momento con Manuel, papi y mi “bro”; claro que fue maravilloso el día de reyes del año pasado abriendo regalos y celebrando de que quienes estábamos. Por supuesto. Lo que intento poner sobre la mesa es que lo más fácil acelera; lo acelera todo.
A veces nos rompemos la crisma, nos complicamos la existencia por hacer algo porque por narices hay que hacer.
Liberarme de esa atadura (y de otras muchas a lo largo de los últimos meses) está siendo algo tremendamente revelador.
Hoy quiero celebrar que los reyes magos me han traído justo lo que le pedí el año pasado.
Gracias sus majestades, gracias universo.
Me voy a terminar de preparar todo para esta noche. Estoy con la misma ilusión con la que mi niña preparaba tres copitas con licor y unas pastas para los magos y unas verduritas que compraba con su dinero en la tienda de Dora para los camellos.
Feliz noche, que la ilusión se haga presente siempre y que lo fácil sea lo primero.
Y reinventarnos la vida siempre, resignificar las fechas y los lugares a nuestro favor, tener la mirada limpia...
Ponérnoslo fácil, aunque decidamos ir a por lo difícil- o no- desengancharnos del drama y bailar con ganas la existencia.
Apostar por la ligereza, por la levedad - que no es lo mismo que intrascendencia- y asociarnos con las que apuestan por lo sencillo, lo bello y el ahora.
🪶
Mañana es mi más día favorito. Nos juntamos todos en casa de mi madre y es una gran fiesta.
Estoy de acuerdo contigo, a veces, nos empeñamos en cosas que no pueden ser y nos olvidamos de disfrutar de lo que sí tenemos.
Gracias por tu cartita